
En el ámbito económico, legal y social, los artículos de consumo se clasifican en función de su utilidad, necesidad y frecuencia de uso. Esta clasificación es clave, por ejemplo, en políticas fiscales, subsidios, comercio internacional o programas de ayuda social. Los llamados “bienes de consumo no superfluos” o no innecesarios son aquellos que responden a necesidades básicas, tienen un impacto directo en el bienestar de las personas o son esenciales para el desarrollo cotidiano y digno de la vida humana.
Concepto de consumo no superfluo
Los artículos no superfluos son aquellos que cumplen funciones fundamentales para la subsistencia, la salud, la higiene, la educación o la seguridad. No se adquieren por lujo, moda o estatus, sino por necesidad. Su consumo está justificado por criterios de bienestar mínimo, y en muchos casos, su acceso debe estar garantizado por el Estado o protegido de impuestos excesivos.
Estos bienes forman parte de lo que se considera una canasta básica, aunque su definición puede variar según el contexto económico, cultural y geográfico. Además, no siempre están ligados al precio: hay bienes costosos que no son superfluos (como medicamentos), y bienes baratos que sí lo son (como objetos decorativos innecesarios).
Ambigüedad que requiere contexto
La confusión entre bienes superfluos y no superfluos suele surgir porque muchas veces el consumo está condicionado por la percepción cultural y el contexto económico. Lo que para una persona puede parecer esencial (como un teléfono móvil) para otra puede parecer un lujo innecesario.
Esta relatividad lleva a interpretar algunos bienes desde lo aspiracional más que desde lo funcional, y en muchos casos se normaliza el consumo de artículos que no son necesarios, lo que diluye la frontera entre lo básico y lo accesorio.
La mercadotecnia también juega un papel decisivo: al presentar ciertos productos como imprescindibles para una vida «plena», logra que bienes claramente superfluos se perciban como esenciales.
Además, existe una creciente tendencia a vincular valor con novedad, marca o exclusividad, lo que contribuye a distorsionar la percepción de necesidad. Muchos artículos que cumplen una función básica pueden tener versiones de alto costo y diseño sofisticado que los hacen parecer superfluos, aunque en esencia no lo sean.
Del mismo modo, el acceso masivo a ciertos productos ha hecho que lo superfluo se convierta en algo cotidiano, perdiendo su carácter excepcional. En este terreno difuso, donde el deseo se disfraza de necesidad, la línea que separa ambos tipos de consumo se vuelve borrosa, generando confusión tanto a nivel personal como institucional.
Criterios para definir un artículo como necesario
Para establecer si un bien es o no superfluo, se pueden aplicar varios criterios técnicos y sociales:
- Utilidad básica: si cubre una necesidad fisiológica o de funcionamiento cotidiano.
- Frecuencia de uso: si se usa de manera regular y no solo en ocasiones excepcionales.
- Accesibilidad social: si debe estar al alcance de todos para garantizar igualdad de condiciones.
- Impacto en la salud o dignidad: si su falta puede deteriorar gravemente la calidad de vida.
- Reconocimiento normativo: si está incluido en listas oficiales de bienes esenciales (como las canastas básicas nacionales).
Estos criterios no son absolutos, pero permiten diferenciar claramente lo necesario de lo prescindible, y sirven de base para decisiones políticas o fiscales.
Ejemplos de bienes no superfluos
En la práctica, hay una amplia gama de artículos que no se consideran de consumo superfluo por cumplir funciones vitales o fundamentales. Algunos ejemplos por categorías son:
- Alimentación:
- Arroz, pan, leche, huevos, frutas y verduras.
- Aceites comestibles, sal, azúcar, agua potable.
- Salud e higiene:
- Medicamentos esenciales.
- Jabón, pasta dental, papel higiénico.
- Alcohol, termómetros, curitas, pañales.
- Vivienda y energía:
- Electricidad, gas doméstico.
- Bombillas, interruptores, estufas básicas.
- Educación:
- Cuadernos, lápices, libros escolares.
- Acceso a internet y dispositivos básicos (en contextos escolares).
- Vestimenta básica:
- Ropa interior, zapatos escolares, abrigo para el frío.
Estos bienes no responden a caprichos ni a gustos personales. Son necesarios para una vida digna, saludable y funcional.
Bienes y servicios que no deben faltar
Listado orientativo según necesidades humanas
- Necesidades fisiológicas:
- Comida, agua, descanso, refugio.
- Seguridad personal y sanitaria:
- Medicamentos, atención médica básica, higiene.
- Interacción y desarrollo social:
- Herramientas escolares, comunicación básica (teléfono, internet).
- Movilidad funcional:
- Transporte público, bicicletas, calzado adecuado.
La exclusión de estos bienes genera pobreza estructural y exclusión social, por lo que su acceso debe estar protegido.
Diferencias con bienes superfluos
Tabla comparativa
Bien no superfluo | Bien superfluo |
---|---|
Satisface una necesidad básica | Responde a un deseo o capricho |
Es necesario para la vida digna | No es imprescindible para el bienestar |
Tiene uso cotidiano o esencial | Tiene uso esporádico o decorativo |
Suele estar regulado o subsidiado | Suele estar gravado con impuestos altos |
Necesario no es opcional
Como podemos ver, los bienes no superfluos son aquellos que garantizan condiciones mínimas de vida. Su acceso define la calidad de vida de millones de personas, y su ausencia puede agravar situaciones de vulnerabilidad. Por eso, su clasificación no es solo técnica: es profundamente ética, social y política. ¿Qué criterios deberíamos aplicar para actualizar la lista de lo que verdaderamente necesitamos como sociedad?